A principios del siglo xx, el exilado ruso Wilfryd Voynich, dueño de una tienda de libros raros de Londres, descubre en un monasterio italiano un curioso manuscrito del siglo xvi. Luego de analizarlo cuidadosamente y concluir que está escrito en una lengua desconocida, envía algunas fotografías a diversos especialistas, desatando una cadena de investigaciones e hipótesis acerca de su contenido y su autor.