La materia de los relatos de Tierra de nadie es casi siempre dramática, pero también mágica, y tiene lugar en el vasto y alucinante Norte mexicano, donde si lo real es perfectamente verdadero y concreto, asimismo es apocalípticamente irreal. Parra navega en esa desolación mezclando verdad y mito, poesía y denuncia, realismo y delirio; va trazando con verdadera maestría una cartografía conmovedora de esa tierra de nadie que constituyen el desierto, el río Bravo, las ciudades fronterizas, los pueblitos endemoniados. A la vez urbano, desértico, campesino, industrial y migrante, el Norte es una Tierra de Todos que ha encontrado en Eduardo Antonio Parra un narrador de excepción.
La materia de los relatos de Tierra de nadie es casi siempre dramática, pero también mágica, y tiene lugar en el vasto y alucinante Norte mexicano, donde si lo real es perfectamente verdadero y concreto, asimismo es apocalípticamente irreal. Parra navega en esa desolación mezclando verdad y mito, poesía y denuncia, realismo y delirio; va trazando con verdadera maestría una cartografía conmovedora de esa tierra de nadie que constituyen el desierto, el río Bravo, las ciudades fronterizas, los pueblitos endemoniados. A la vez urbano, desértico, campesino, industrial y migrante, el Norte es una Tierra de Todos que ha encontrado en Eduardo Antonio Parra un narrador de excepción.