Cuando hay algo que habita en la palabra, y nos franquea su luz, se desvanecen las máscaras posibles del lenguaje, las rupturas y trazos de los versos más jóvenes. Vencido por el tiempo, Xavier Oquendo Troncoso demuestra que siempre estamos solos, sin dioses ni costillas. Que con juntar las fibras rotas de la vida no se adquiere eternidad y que tampoco es el deseo la orilla sin amor que nos golpea. En un libro con tanta soledad, la experiencia del hombre parece la de todos, pero esto no es verdad: ningún poema miente ni tiene la certeza que creemos. Por el dolor sentimos que una lectura basta para entender un libro. Por la felicidad que nos entrega sabemos que ni el autor ni usted estarÃ...
Cuando hay algo que habita en la palabra, y nos franquea su luz, se desvanecen las máscaras posibles del lenguaje, las rupturas y trazos de los versos más jóvenes. Vencido por el tiempo, Xavier Oquendo Troncoso demuestra que siempre estamos solos, sin dioses ni costillas. Que con juntar las fibras rotas de la vida no se adquiere eternidad y que tampoco es el deseo la orilla sin amor que nos golpea. En un libro con tanta soledad, la experiencia del hombre parece la de todos, pero esto no es verdad: ningún poema miente ni tiene la certeza que creemos. Por el dolor sentimos que una lectura basta para entender un libro. Por la felicidad que nos entrega sabemos que ni el autor ni usted estarán solos mientras lean sus Últimos cuadernos.