«Mi cuerpo virgen quedó para siempre en la Diana Cazadora. Mis dieciséis años. Mi pudor. Mi desnudez.» La Diana no ha sido sólo una estatua, símbolo de la ciudad, sino la mujer que en estas páginas quiere entregar sus soles y sus sombras, su propia fuente.
«Mi cuerpo virgen quedó para siempre en la Diana Cazadora. Mis dieciséis años. Mi pudor. Mi desnudez.» La Diana no ha sido sólo una estatua, símbolo de la ciudad, sino la mujer que en estas páginas quiere entregar sus soles y sus sombras, su propia fuente.