Las diversas formas de escritura y pensamiento fragmentario representan una larga tradición de rechazo a la noción de sistemas cerrados de pensamiento. Con el fragmento se busca escapar a la aseveración incontrovertible y se convoca a lo incompleto, lo imprevisto y lo inefable del pensamiento. Inmerso en esta genealogía, Eso que ilumina el mundo resulta una puesta en escena de la imposibilidad de decir algo definitivo y propone una escritura de trazos y borraduras en permanente afirmación y negación de sí misma. Aunque el libro perece ofrecer una relación aforística encadenada en una clara secuencia temática (el conocimiento del yo, el problema de la identidad, las paradojas de la...
Las diversas formas de escritura y pensamiento fragmentario representan una larga tradición de rechazo a la noción de sistemas cerrados de pensamiento. Con el fragmento se busca escapar a la aseveración incontrovertible y se convoca a lo incompleto, lo imprevisto y lo inefable del pensamiento. Inmerso en esta genealogía, Eso que ilumina el mundo resulta una puesta en escena de la imposibilidad de decir algo definitivo y propone una escritura de trazos y borraduras en permanente afirmación y negación de sí misma. Aunque el libro perece ofrecer una relación aforística encadenada en una clara secuencia temática (el conocimiento del yo, el problema de la identidad, las paradojas de la memoria y los sentidos o las formas de reconciliación con el mundo); la escritura que lo anima se caracteriza por la continua quiebra del concepto, la interrupción del flujo lineal de las ideas y la suspensión del juicio.